05-07-2021
Tu otra cara:
Desde hace dos años, Fabiola Espíndola apoya a personas en situación de calle. Junto a la comunidad de vecinos de Las Pircas en Peñalolén, la subgerente de Ingeniería y Proyectos de Minera Antucoya les entrega alimento, un lugar para bañarse y apoyo médico.
Varios tienen problemas con alcohol y drogas. Así explica Fabiola Espíndola parte de lo que ve día a día en el comedor de la Iglesia de Las Pircas, ubicada en Peñalolén. "Recuerdo a un joven que era parte de la cocina, él se rehabilitó gracias al apoyo recibido y pudo salir de las drogas", relata.
Cada semana, la subgerente de Ingeniería y Proyectos de Minera Antucoya, se organiza con la comunidad de vecinos de Las Pircas para recolectar alimentos y ropa de abrigo. El objetivo es ir en ayuda de personas en situación de calle.
Una labor que Fabiola realiza desde 2019 en un lugar dispuesto por la iglesia. "Llegan felices al comedor el día del almuerzo, porque además de alimentarse, para ellos también significa poder usar las duchas y cambiarse de ropa. A veces, incluso la iglesia se consigue médicos que los atienden, por ejemplo, un oftalmólogo, entre otras especialidades", explica.
La experiencia, cuenta, es muy bonita. "Nos permite colaborar con personas que no tienen comida ni un lugar para vivir. Por eso, asisten muy contentas y ver sus expresiones, no tiene precio. Es algo que llena el alma", dice Fabiola.
El comedor solidario de la iglesia comenzó a funcionar el 13 de octubre de 2018. Luego, Fabiola junto a otros vecinos se unieron. Esto les ha permitido focalizar sus acciones para brindar ayuda social a las personas que más lo necesitan.
Actualmente, dada la crisis sanitaria, los voluntarios continúan colaborando con las personas en situación de calle, aplicando todas las medidas preventivas de COVID-19. Se reúnen para cocinar y preparar los alimentos que luego se transforman en almuerzos que entregan una vez a la semana.
"Me motiva colaborar, es algo que me gusta y hago feliz. Me entusiasma ayudar a otros, ya que durante mi vida muchas personas lo hicieron conmigo. Me gustaría que esta iniciativa pueda seguir creciendo y más personas reciban lo mínimo: comida y abrigo", agrega.
Para eso, está consciente de que debe motivar a más voluntarios y crear redes que permitan ese despliegue. Además, está segura de que toda ayuda puede tener un buen destino si hay una buena gestión detrás, con la cual se puede generar un real impacto en la sociedad.
"Colaborar y ayudar es algo que hago feliz. Imagino a más personas al servicio de esta causa colectiva, generando cambios positivos en nuestro entorno. Me emociona pensar en lo que podemos ser capaces de hacer", finaliza.