Dormía en una carpa por 22 días. La instalaba en medio de los cerros y guardaba su martillo, una lupa, su brújula, una libreta y un sándwich. Con eso, Boris Alarcón vivía feliz. Se despertaba al día siguiente e inventaba una ducha: a veces juntaba cuatro tablas y pasaba por arriba una manguera que venía de un camión lleno de agua. Luego, se cambiaba de ropa y estaba listo para recorrer junto a su ayudante el lugar, observar y martillar piedras.

"Así era la vida del geólogo hace ya varios años", cuenta Boris. Si bien aún hay muchos que caminan por los cerros con una mochila buscando cobre y otros minerales, él ahora recibe toda esa información y se dedica al seguimiento de blancos exploratorios. "Por lo que se ve en la superficie y en los sondajes, ¿podría existir aquí un yacimiento?", se cuestiona cada cierto tiempo. 

Todos los días tiene una reunión con su equipo. En este espacio se revisa, entre otras cosas, la información de los sondajes. Todos miran lo que hay bajo tierra. Cada día analizan aproximadamente 30 metros perforados por cada máquina y se analizan de acuerdo al avance de cada sondaje, que puede llegar hasta los 1.000 metros.  Parten visualizando, analizan y conversan. Discuten y dan sus puntos de vista. "¿Hay o no una falla? ¿Continúa la mineralización? ¿Estamos en el bloque correcto?", se preguntan. Ahí, Boris da un espacio para que todos opinen y aporten con distintas miradas. "Paremos este sondaje", dicen algunos. "Puede ser, va a funcionar, mantengamos la idea original", responden otros. Así, dependiendo de los argumentos de cada uno, modifican el programa o siguen con lo planificado.

"Siempre he generado instancias de diálogo, conversaciones con el equipo y hago partícipe a todos de los logros que tenemos dentro de un proyecto. Escuchar la opinión de los demás, las buenas y las malas, ha sido la clave para tener resultados exitosos", asegura Boris. Por esta razón, cree fue reconocido en el pasado Día de la Minería por representar la competencia del Sello de Liderazgo, "Valoro todos los aportes".

El geólogo experto de Exploraciones de Antofagasta Minerals lleva casi treinta años ejerciendo su profesión. "El tema comunicacional, conversar con las personas, explicar situaciones, ser empático y asertivo es fundamental en mi vida laboral y personal", agrega.

De hecho, cuenta que en un trabajo anterior logró que todos abrieran las puertas de sus oficinas. "Cuando llegué eran dos pasillos y todo estaba cerrado. No volaba una mosca. Era súper tranquilo y todos se veían muy serios. A los tres meses se abrieron todas las puertas, la gente empezó a conversar más y eso no significó una merma en la producción, al contrario. Se mejoró bastante el ambiente laboral".

Boris nació en Santiago y vivió diez años en Calama y tres en Iquique. Sin embargo, estar en un mismo lugar no lo representa. "Yo antes tenía turnos 22x8, por lo que estaba acostumbrado a viajar y a no estar en mi casa. Y la verdad es que no me complica. Si me molestara, no hubiese sido ser geólogo", explica.

Pero esto cambió al casarse y tener tres hijos, de 14, 11 y 8 años. "En mi familia vivo algo muy parecido a lo que me pasa en el trabajo. Si a mi hija mayor no la escucho, se ofende. Hay que tener bastante tacto en ese sentido. Por eso, converso con ella y le doy consejos", concluye.