03-01-2022
Líderes que inspiran:
En su campo cultiva choclos, alfalfas, sandías y melones. Miguel Meza pensó en dedicarse a la agricultura, pero encontró un desafío mayor: enfrentar la problemática de sulfuros primarios en Zaldívar. Hoy, a sólo diez meses de su ingreso a la Compañía, recibió un reconocimiento por actuar con convicción y compromiso.
Estaba preparado para conocer cómo iba Zaldívar, las brechas y oportunidades de mejora. Sin embargo, en pocos minutos Miguel Meza, ingeniero senior de Procesos, debía salir de la sala, ya que tenía asuntos laborales urgentes que atender. "Cuando de repente escuché mi nombre, me dejó sorprendido. Me sentí muy feliz y orgulloso de pertenecer a la Compañía", señaló.
Así fue como, a través de una de las reuniones informativas que realiza el Gerente General de Minera Zaldívar, supo que había sido reconocido por la competencia del Sello de Liderazgo "Hago las cosas con convicción y compromiso".
Si bien Miguel llegó hace apenas diez meses a la Compañía, entendió rápidamente la cultura de la Compañía y sus principales procesos. Además, asumió los desafíos con determinación.
"Zaldívar está viviendo un quiebre súper importante a nivel tecnológico. Como todo clásico de la metalurgia extractiva, este yacimiento ya agotó sus reservas de óxidos. Por lo tanto, tenemos que empezar a explotar los sulfuros primarios que subyacen a los óxidos de cobre y aquí es donde nuestro equipo entra en acción. Sensorizamos la pila de lixiviación para ver qué estaba ocurriendo y descubrimos varias oportunidades de mejora, aportando a este gran proyecto que es Cuprochlor", contó el ingeniero senior de Procesos.
Con esta y otras iniciativas, Miguel aseguró que "están todos comprometidos y dispuestos en lograr el régimen de este proceso que fue algo que me encantó de Zaldívar. Le debo este reconocimiento a todo el equipo, creo que simplemente represento el trabajo de cada uno de ellos".
Un nuevo desafío
Miguel nació en Lo Barnechea, en Santiago. Es ingeniero civil químico, especializado en metalurgia extractiva de cobre de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Está casado, es padre de tres hijas y tiene un nieto.
Cuenta que sus abuelos al morir le heredaron un campo agrícola en Chimbarongo, donde desarrolla una de sus grandes pasiones, la metalurgia. En este caso, de una manera diferente: cultivando choclos, alfalfas, sandías, melones, entre otras cosas.
"Una vez que salí de mi anterior trabajo en Codelco, pensaba retirarme e irme al campo. Me iba a comprar el tractor amarillo e iba a sembrar papas. Sentía que ya había cumplido con mi carrera profesional. Tantos años en terreno me tenían con una fatiga importante, por lo que merecía comenzar un nuevo proyecto. Pero cuando vi la oportunidad de enfrentar una problemática de sulfuros primarios en Zaldívar, renació en mí esa necesidad de aportar o, como lo pensé en ese momento, de probarme a mí mismo que sí se puede", comentó.
Miguel siente que al llegar a Zaldívar le fue relativamente fácil encontrar algunos espacios con oportunidades: "Estaba tan entusiasmado que lo tomé con muchas ganas. Por lo tanto, este reconocimiento vino a poner el broche de oro a este segundo ciclo de mi carrera profesional".
Además, añadió que "me reencontré con el quehacer metalúrgico. Cómo en toda profesión, con el paso de los años y la experiencia adquirida te separas de lo que te apasiona tanto, de lo que te motivó a estudiar y lo que te llevó a ese lugar. Fue un golpe sorprendente volver a mis raíces y encontrarme con la metalurgia de extracción cara a cara. Estaba acostumbrado a un régimen de trabajo muy rígido y me encontré con una nueva modalidad de trabajo que me fascina".